La luna llena de febrero se conoce como luna avivadora en la
tradición wiccana.
Es la luna del despertar.
Quizás sea porque los días empiezan a crecer, pero siento que
algo en mi interior se agita, un remolino de energía creativa que pugna por
salir.
Y así, estos últimos años, febrero y marzo han sido un periodo
especialmente favorable para escribir poesías, “casualmente” coincidiendo con
la lectura de dos libros de poesía: la poesía completa de Sylvia Plath, y una
antología de poesía nórdica, libros ambos muy recomendables, con unas 1000
páginas cada uno, que saqué de la biblioteca pero que no me sobraría tener más
a mano… La lectura de estos poemas fue una buena fuente de inspiración aunque
cualquier cosa puede serlo… solo hay que estar abierto a esa voz interior que
nos susurra en cada instante… y coger al vuelo esos versos que nos llegan como
pétalos de rosas o verdes hojas…
La luna avivadora despierta la vida que bulle en el interior de
la tierra tras el letargo de la oscuridad invernal, anunciándonos la llegada de
la primavera. Los árboles y plantas preparan sus brotes, a la espera del calor
del sol y de igual modo, en nuestro interior surgen nuevas ideas, esperanzas,
ilusiones. Es un buen momento para hacer planes de futuro, aunque aún no se
pongan en marcha, simplemente encendamos una vela y pidamos lo que deseamos que
se realice.
La Luna Avivadora es una promesa de luz.