Este libro me impactó bastante cuando lo leí por primera vez. En
él, Castaneda narra historias personales que influyeron de forma decisiva en su
vida –lo que se llama recapitulación- junto con las enseñanzas que va
recibiendo del chamán don Juan.
Entre estas enseñanzas, destacaría la afirmación de que tenemos
dos mentes, la nuestra y otra que no nos pertenece, la instalación foránea, que
solo trae conflicto. Esta mente es la mente del predador, un ser inorgánico que se alimenta de la conciencia
humana. Mientras no nos deshagamos de la mente del predador –a través del
silencio interno- estaremos atrapados.
El predador (o
volador) es descrito como una enorme y oscura sombra que da saltos -procedente
de las profundidades del cosmos- que ha tomado el control de nuestra vida al
darnos su mente, siendo esa mente la responsable de nuestros sistemas de
creencias, nuestras esperanzas, sueños, miedos… haciéndonos seres rutinarios y
ego maniáticos, sometidos. Esa mente del predador puede identificarse
perfectamente con el ego y ahí surge la inquietante duda de si estamos ante una
metáfora de Castaneda o si realmente existe ese ente extraño: el predador.
¿Y cuál es la solución para acabar con ese predador? El silencio
interno, que podríamos identificar con la meditación:
“Don Juan definió el
silencio interno como un estado peculiar de ser en que los pensamientos se
cancelan y uno puede funcionar a un nivel distinto al de la conciencia
cotidiana. Consistía en suspender el diálogo interno –el compañero perenne del
pensamiento- y debido a eso, era un estado de profunda quietud.”
“Los chamanes
descubrieron que si agotaban la mente del volador con silencio interno, la
instalación foránea saldría corriendo, dando al practicante envuelto en tal
maniobra total certeza del origen foráneo de la mente. La instalación foránea
vuelve, pero no con la misma fuerza y comienza un proceso en que la huída de la
mente del volador se hace rutina hasta que un día desaparece de forma
permanente.”
Os dejo otros fragmentos de este sugestivo libro:
“No escuches a esa voz superficial
que te hace sentir rabia. Escucha a esa voz más profunda que desde ahora en
adelante te va a guiar, la voz que se está riendo. ¡Escúchala! ¡Ríete! ¡Ríete!”
“Son los efectos del infinito. Tu sensación de nerviosismo se
debe a la realización subliminal de que se te ha acabado el tiempo. Tienes
conciencia de ello, pero no estás deliberadamente consciente. Sientes la
ausencia de tiempo y eso es lo que te hace impaciente. Simplemente se te ha
acabado el tiempo.”
“Todo lo que
hacemos conduce al silencio interno, que no se revela hasta que algo gigantesco
nos sacude.”
“Ese es el momento en que los chamanes regresan a la
verdadera naturaleza del hombre, la libertad total.”
“Para que el
funcionamiento del silencio interno empiece se necesita un punto de ruptura.”
“Tu punto de ruptura es descontinuar tu vida tal como la
conoces”
“Todo apunta a un solo lugar: tu
necesidad de romper con todo.
Tus puntos de referencia tienen que
irse.
Los chamanes tienen un solo punto de referencia:
el infinito.”
“Para el infinito la única empresa
que vale para el guerrero es la libertad”
“Me había dicho que todo lo que hacía tenía que ser un acto de
brujería. Un acto libre de expectativas intrusas, temores al rechazo, ilusiones
de éxito. Libre del culto del yo; todo lo que hacía tenía que ser al momento,
un acto de magia en que me abría libremente a los impulsos del infinito.”
“Cuando las dudas te asalten hasta el
punto de que corras peligro
Haz algo pragmático al respecto
Apaga la luz. Perfora la oscuridad
Averigua qué puedes ver”