lunes, 21 de diciembre de 2015

Una rosa en diciembre




Una rosa roja en diciembre.

Una sola rosa, una rosa roja, para el solsticio de invierno, cuando los días comienzan de nuevo a crecer, cuando la luz vuelve a emerger, dentro y fuera.

El tiempo fluctúa como un espejismo en el desierto, se superponen las estaciones, todo se acelera, todo cambia.

El cambio de conciencia que bulle en nuestro interior se manifiesta en el planeta, remolinos de energía, destellos que giran, lo viejo se deshace.

Caen las hojas secas, los pétalos nacen.


domingo, 13 de diciembre de 2015

La bandera de la Tierra


Aquel era un día bastante normal: se había pactado una tregua en una de las guerras, otra parecía acabada, había empezado una nueva y continuaban el resto. Los dirigentes de las grandes potencias se habían reunido otra vez, como tantas veces desde el comienzo de las guerras, para debatir la situación de sus respectivos países, que estaban llenos de pueblos que reclamaban su propia nacionalidad e independencia y de hecho se habían declarado Estados independientes, enarbolando una bandera propia. Todas aquellas guerras se daban en su mayoría entre esos pueblos y el país al que pertenecían, que no podía permitir que ninguno de aquellos pueblos consolidara su independencia ante el peligro de que otros le siguieran hasta el punto de que él mismo dejara de existir. De hecho ya había grandes Estados que se habían visto reducidos peligrosamente, subsistiendo en muchos casos gracias a la ayuda del resto.
Lo de las banderas fue algo a lo que en principio no se dio mucha importancia, sin embargo pronto comenzó a ser una cuestión de honor y los Estados comprobaron con horror como ciertas regiones, incluso ciudades, sin ninguna singularidad histórica, se declaraban independientes por el solo hecho de exhibir una bandera propia. El tener la bandera más bella pronto fue una obsesión, y defender sus colores pasó a tener una máxima importancia, y así muchas guerras se iniciaron porque determinado habitante de cierto país se había excedido vanagloriando su bandera y echando otra por tierra.
Las cosas estaban así. Un día, en uno de aquellos pequeños países de reciente creación alguien se preguntó algo. Se trataba de una niña de siete años, una pelirroja pecosa de ojos verdes. Se preguntaba como sería la bandera de la Tierra, porque tenía que tenerla ya que su país era más pequeño y la tenía y en la Tierra estaban todos los países. Se lo preguntó a su madre pero esta apenas le contestó. A su padre no podía preguntarle porque estaba en el frente, era un mercenario, se dedicaba a luchar por dinero, no demasiado pero si bastante, pues ya tenía un cierto nombre entre todos aquellos que se dedicaban a la guerra. Ella tenía mucha suerte de que su padre siguiera vivo, casi todos sus amigos que tenían padres que se dedicaban a lo mismo quedaban huérfanos muy pronto, claro que su padre tenía una labor más oculta, pues era estratega; aún así a su madre no le gustaba su trabajo, porque eran los estrategas y espías los más buscados de los hombres, y además no se podía decir que él fuera con los buenos precisamente, quizás en parte porque no los había. Ella se había preguntado muchas veces si su padre era malo, pero pronto pensaba en otra cosa.
Al poco rato pensó que lo mejor era ir al Registro de Banderas y preguntar allí. El Registro de Banderas era un edificio en donde se registraban las nuevas banderas, se cambiaban otras y desaparecían algunas. Precisamente era en su pueblo donde estaba uno de los primeros edificios que con ese fin se construyeron y se encontraba cerca de su casa. Se fue allí sin dudarlo, cuando llegó temió que no la dejaran entrar pero para su sorpresa no había nadie vigilando, así que subió unas escaleras y llegó a un cuarto con un letrero de letras doradas que ponía “Registro de Banderas. Europa. Región 2. Zona 3.10”. Entró no muy convencida y echó un vistazo. Aquello estaba lleno de libros y de mapas y banderas; había una mujer tras un escritorio al fondo que debía de ser la encargada y que no parecía alegrarse mucho de ver que allí podía entrar cualquiera, aunque no le extrañaba, aquel lugar había decaído mucho y pronto podía ser que lo cerraran. Tendría que buscar otro trabajo de nuevo. Entonces la niña le hizo una pregunta que la sacó de su ensimismamiento, le preguntó como era la bandera de la Tierra. Ella se quedó sin habla por un momento y se echó a reír al comprender lo absurdo de todo aquello. Le respondió que no lo sabía pero, sonriendo, añadió que preguntaría al Registro Central. Así lo hizo, pero no le hicieron caso, así que le dio por hablar con los periodistas. Estos se mostraron encantados con aquello, porque era una novedad, y desde hacía mucho lo único que hacían eran crónicas de guerra.
La gente encontró un motivo de entusiasmo: alguien había ofrecido una recompensa para aquel que diera con la bandera de la Tierra y también se había organizado un concurso con el fin de crearla. Pronto se creó un gran revuelo, gente de todo el mundo daba su opinión y la cuestión empezó a debatirse por los científicos, historiadores, antropólogos etc. Todos daban teorías razonables: que si el color verde y el azul era obvio que tenían que estar presentes, que si un globo terráqueo sobre un fondo blanco, otros más poéticos que si un arco-iris...
Entonces se preguntó de quien había sido la idea de que la Tierra tenía una bandera y encontraron a la niña y la entrevistaron. Le preguntaron como había pensado en eso pero ella solo dijo que ahora ya sabía la respuesta: la verdad era que la Tierra no tenía ninguna bandera, ni ninguno de sus pueblos, no había banderas ni diferencias, todo era un invento de los hombres.


Este relato lo escribí en agosto de 1995 (como pasa el tiempo), el único cambio que he hecho ha sido sustituir la palabra país por Estado. El tema ahora es de plena actualidad y por eso he decidido sacarlo a la luz.



martes, 24 de febrero de 2015

Mujeres que corren con los lobos


El título de este libro de Clarissa Pinkola Estés me atrajo como un imán en cuanto lo vi en una librería y por solo 6 € no iba a dejar pasar la oportunidad de comprarlo. Fue un gran acierto. Se trata de un ensayo sobre la vida interior de las mujeres y está considerado como un clásico. Recomiendo a todas las mujeres que lo lean (también lo pueden leer los hombres claro).

La autora lo define como un libro de relatos sobre las modalidades del arquetipo de la Mujer Salvaje (“La Que Sabe”, “La Loba”) que sirven de guía hacia el mundo subterráneo, nuestro hogar psíquico. ¿Y quién es la Mujer Salvaje? Pues esa mujer que existe dentro de toda mujer, la que sabe, la que está en armonía con la naturaleza y sus ciclos, la loba que sigue sus instintos, la que nos guía en nuestro camino.
A lo largo de sus capítulos se van describiendo las distintas etapas por las que tenemos que pasar en nuestro viaje interior y se nos muestran los peligros tanto interiores como exteriores que hacen peligrar nuestro crecimiento espiritual y el modo de hacerles frente. Los cuentos tradicionales que acompañan cada capítulo (“Barba Azul”, “el patito feo”, “las zapatillas rojas” entre los más conocidos) son explicados detalladamente, como metáforas de lo que sucede en el mundo de la psique femenina. En este sentido, hay algunos momentos en los que la terminología utilizada propia de la psicología (pues la autora es entre otras cosas psicoanalista junguiana) y el lenguaje metafórico pueden dificultar la comprensión de ciertos pasajes, pero a un nivel intelectual, pues me atrevo a decir que a un nivel subconsciente todo lo que leamos va a ser asimilado.

Destacaría la importancia que se le da a la intuición y a la creatividad, en tanto instrumentos clave para ponernos en contacto con la Mujer Salvaje que hay en nuestro interior. Concretamente el tema de la creatividad se desarrolla de una forma muy clarificadora, ésta no se limita a una actividad artística, sino que es algo más amplio, la fuerza creativa es “algo que se tiene que hacer” y como la corriente de un río hay que dejar que fluya libremente, da y nos da vida, por eso hay que estar atentas para no levantar muros que la obstaculicen y para evitar que la negatividad contamine sus aguas, pues si perdemos nuestra vida creativa nos perdemos a nosotras mismas.

Algunas frases reveladoras de lo que encontraréis en el libro:

La intuición es la auténtica voz del alma. Se alimenta prestándole atención y siguiendo sus consejos.

La vida creativa es el alimento y el agua del alma. Para que regrese la vida creativa hay que limpiar y clarificar las aguas.

La elaboración de nuevos rumbos, de compromisos con el propio arte y el propio trabajo es lo que alimenta el alma salvaje.

Los ciclos femeninos son purificar los propios pensamientos y renovar regularmente los propios valores. Eliminar las trivialidades que ocupan la psique, barrer el propio yo, limpiar los pensamientos y estados emocionales. Encender un fuego duradero debajo de la vida creativa y guisar ideas significativas.

Tanto dentro como fuera existe una fuerza que actuará en contraposición a los instintos naturales del Yo. Tenemos que reconocerla, protegernos de ella y arrebatarle su energía asesina.

Destruimos al depredador conservando nuestras intuiciones y nuestros instintos y oponiendo resistencia a sus seducciones.

Resiste. Sigue resistiendo. Haz tu trabajo. Encontrarás tu camino.

El envío del alma hacia su hogar es nuestra tarea. La liberación de una lluvia de chispas que llenan el día y crean una luz que nos permite encontrar el camino a través de la noche es nuestra tarea.



Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará.

Sal al bosque, sal enseguida.




miércoles, 7 de enero de 2015

Mezclar las cartas del tarot


Comienza el año y va siendo hora de sacar mi baraja de Tarot y echar las cartas. Aunque tengo bastante claro que tirada hacer casi siempre he tenido la sensación de que algo fallaba, me parecía que las cartas no estaban bien mezcladas.

Estos días he estado buscando información sobre como barajar las cartas, básicamente las páginas que he visitado explican dos formas de barajar, dejando claro que hay libertad total, tan solo hay que procurar invertir alguna de las cartas y tener claro que están bien mezcladas.

A raíz de esto me vino la inspiración e intuitivamente he dado con mi propio método para barajar y dejar las cartas bien mezcladas. En este proceso me he dado cuenta de la importancia que tiene el barajado, de hecho creo que se podría considerar la primera parte de la tirada, además, como lleva su tiempo (yo parto de la baraja ordenada, pues después de la lectura se recomienda ordenar las cartas para limpiar las energías) es una manera de entrar en ese estado especial que se requiere para la lectura. Por ello creo que es clave tomarse su tiempo a la hora de barajar y hacerlo en un estado de concentración.

Aquí os dejo mi recién descubierto sistema de mezclar las cartas, para que lo sigáis si queréis o mejor aún, para que sirva de modelo a vuestro propio método.

  1. Se separan los Arcanos Mayores y se colocan en el centro de la mesa.
  2. Se hacen cuatro montones con el resto de cartas, un montón para cada palo y se colocan alrededor del montón de los Arcanos Mayores, haciendo cuatro esquinas.
  3. Empezamos con uno de los montones de los arcanos menores y lo barajamos 7 veces, después lo dividimos en un total de 4 montones, e invertimos la carta que encabeza cada montón. (Todo esto con las cartas boca abajo).
  4. Hacemos lo mismo con los montones del resto de palos.
  5. Entremezclamos los distintos montoncitos que hemos hecho. He diseñado mi propio sistema para hacer esta mezcla, siguiendo ciertas normas, pero es algo complicado, así que cada cual que siga su intuición. Después de esa mezcla formar de nuevo 4 montones y barajarlos 7 veces cada uno.
  6. Barajar las cartas de los Arcanos Mayores 13 veces, a continuación ir intercalándolos entre los 4 montones que tenemos, acordándonos de invertir algunas de ellas.
  7. Por último ir entremezclando todas las cartas hasta reunirlas en un solo mazo (si en el proceso se invierte alguna carta dejarla así) y luego volver a barajar 7 veces.
    La baraja ya está lista para hacer la tirada. Si preferimos hacer la tirada en otro momento, volver a barajar de manera normal, 7 veces u otro número impar. Que conste que no soy tarotista ni mucho menos, tan solo una aficionada que cree en la intuición como la mejor herramienta para descubrir y conocer tanto lo que hay fuera como lo que hay en nuestro interior.