Una
rosa roja en diciembre.
Una
sola rosa, una rosa roja, para el solsticio de invierno, cuando los
días comienzan de nuevo a crecer, cuando la luz vuelve a emerger,
dentro y fuera.
El
tiempo fluctúa como un espejismo en el desierto, se superponen las
estaciones, todo se acelera, todo cambia.
El
cambio de conciencia que bulle en nuestro interior se manifiesta en
el planeta, remolinos de energía, destellos que giran, lo viejo se
deshace.
Caen
las hojas secas, los pétalos nacen.
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